La Villa de Montblanc estaba siendo
aterrorizada por un colosal dragón.
La bestia se había instalado a las
afueras del pueblo, infectando el aire y el agua con su apestoso
aliento, y causando estragos entre el ganado. En su búsqueda de
alimento, cada vez se aproximaba más a las murallas por lo que los
vecinos tuvieron que buscar una forma de mantenerlo apartado.
Empezaron dándole de comer ovejas;
cuando estas se acabaron, siguieron con los bueyes y luego con los
caballos. Y por fin, no tuvieron más remedio que sacrificar a los
habitantes del pueblo.
Se metieron todos los nombres de los
habitantes en un puchero, incluso el del Rey y el de la Princesa.
Cada día, una mano inocente decidía quien moriría a la mañana
siguiente. Y una tarde, la escogida fue la princesa, el Rey lloró y
suplicó a sus súbditos por la vida de su hija, pero de nada sirvió,
ya que no era el único padre desconsolado.
La joven salió de las murallas y se
dirigió a su triste destino.
Cuando el terrible dragón avanzaba
hacia ella, surgió entre la bruma un hermoso caballero vestido de
blanco montado en un caballo blanco que arremetió contra la bestia.
El animal, herido, se sometió al caballero que le ató al cuello un
extremo del cinturón de la princesa.
La dama cogió el otro extremo del
cinturón y, para pasmo de los habitantes, condujo al dragón como a
un perrito hasta la puerta de la ciudad. Allí, a la vista de todos,
el caballero mató a la bestia con un golpe de lanza, y un charco de
sangre se formó a los pies del caballero.
En aquel mismo instante creció un
rosal, y de sus ramas brotaron rojas rosas.
Jordi, que es como se
llamaba el caballero, obsequió a la princesa con una de esas rosas.
Semejante gesto hizo que el santo caballero alcanzase fama y
popularidad durante la Edad Media, y que fuera escogido patrón de la
Nobleza.
Os dejo un descargable recortable, con las figuras de Jordi, la princesa y el dragón...
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